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El futuro es eléctrico, desde hoy

Columna de Rodrigo Castillo en El Mercurio

 

Rodrigo Castillo M.
Director Ejecutivo de Asociación de Empresas Eléctricas A.G.

Cuando a principios de los años 90´s supimos de algo llamado Internet, muchos pensamos en una película futurista. La capacidad de estar conectados en línea y que lo que hiciéramos en nuestras casas frente a un extraño aparato llamado computador, pudiera interactuar con cualquier otro computador del mundo, era algo que sólo habíamos visto en ficción.

Qué rápido ocurrió todo. Y que rápido fuimos capaces no sólo de adaptarnos, sino de hacer de esta nueva forma de comunicación parte fundamental de nuestras vidas. La Internet viaja en nuestros bolsillos, en nuestras carteras, es nuestra forma principal de relacionarnos. Es probablemente lo más propio y más natural de nuestro actual lenguaje y época. Tal vez por lo mismo, la tecnología en la que se apoyan todos los recursos que aprovechamos hoy es cada día menos relevante en nuestras conversaciones. No necesitamos ni siquiera saber muy bien cómo es posible que todo eso funcione. Simplemente está ahí. Es parte de nuestro paisaje.

En el mundo de la energía, en cambio, por muchos años hicimos las cosas de una manera bastante similar, sin innovar demasiado. La energía era algo que se producía por alguien en algún lugar y que viajaba de algún modo hasta estar disponible en nuestros hogares, industrias o comercios sin que existiera ninguna interacción entre nosotros y nuestra experiencia y ese proceso industrial. La energía había sido por años una relación unidireccional, en que alguien producía un recurso y los demás simplemente lo consumíamos, con mejor o peor experiencia, con mejor o peor calidad, pero siempre lejos.

El mismo tipo de revolución que nos sorprendió en los 90´s de la mano de las telecomunicaciones y la Internet, hoy está tocando la puerta de la energía. La tecnología no sólo ha sido capaz de producir de forma eficiente energía a partir de recursos nuevos, sustentables y renovables, sino que ha llegado tan lejos como para permitir que los clientes del sistema eléctrico dejemos de ser simples consumidores, para convertirnos en actores de nuestro propio destino en materia energética.

Un mundo con mayor capacidad en energías renovables, tanto de gran escala como distribuida entre miles y hasta millones de hogares, es un mundo completamente diferente. Los actuales paradigmas técnicos, económicos y regulatorios están siendo revisados globalmente para hacerse cargo de estas oportunidades y de sus desafíos.

En nuestro país, probablemente por sus excelentes condiciones climáticas y atmosféricas, el primer desarrollo a escala masiva ha estado de la mano de la generación renovable de gran escala. En especial, energía solar y eólica. Sin embargo, esto no es todo. Cada día vemos como las tecnologías de generación distribuida, de almacenamiento y gestión de la energía van cobrando competitividad, suscitando la necesidad de adaptarnos para permitir su desarrollo y para ser capaces de aprovecharlas como parte fundamental del sistema eléctrico.

En el pasado, el necesario equilibrio entre oferta y demanda eléctrica sólo se podía manejar aumentado nuestra capacidad de generación. Hoy, con los desarrollos actuales, sumados a la existencia de redes inteligentes que permiten la comunicación y coordinación multidireccional entre cada uno de los puntos de generación, transporte y consumo de energía eléctrica, las posibilidades que se nos abren son infinitas.

Si aumenta la demanda de energía en una zona, la tecnología nos permite gestionar inteligentemente tanto la demanda de las casas o comercios (por ejemplo para reducir instantáneamente su consumo sin afectar su calidad de vida, como en el caso de los aires acondicionados), como la capacidad de almacenamiento que puedan tener esos mismos hogares, de manera de usar sus baterías de back up o en autos eléctricos, para aumentar la oferta por el tiempo en que haga falta sin la necesidad inmediata de aumentar la oferta de gran generación.

Para que todos estos avances que ya son una realidad puedan ser parte de nuestra vida cotidiana, deberemos aunar esfuerzos, mejorar nuestra regulación y potenciar el nivel de información, de manera que muy pronto Chile vuelva a ser líder y pionero tecnológico de la nueva energía en Latinoamérica. Tenemos todo para lograrlo.

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Prensa

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